En nuestro laboratorio «Mediteknia Skin & Hair Lab» hemos colaborado como segundos autores en un estudio publicado en Mayo 2018 en la revista «British Journal of Dermatology», revista científica de mayor impacto y prestigio en Europa en el campo de la Dermatología, titulado «Eccrine sweat glands associate with the human hair follicle within a defined compartment of dermal white adipose tissue», en español «Las glándulas sudoríparas ecrinas se asocian con los folículos pilosos en el cuero cabelludo humano dentro de un compartimento de tejido adiposo dérmico».

En este trabajo colaboran 4 grupos de investigación de diferentes centros y universidades: Murcia, Las Palmas (ULPGC y Universidad Fernando Pessoa Canarias), Albacete y Manchester.

Las glándulas ecrinas de la piel son las responsables de la producción del sudor y tienen un papel muy relevante en la función de control de la temperatura corporal. Gracias al sudor liberado por estas glándulas los humanos podemos hacer ejercicio en condiciones de calor sin que la temperatura  corporal aumente hasta límites peligrosos. De hecho una ausencia de secreción sudoral puede hacer que la persona sufra un golpe de calor que podría ser mortal.

Hay que destacar que existen entre 3 a 5 millones de glándulas sudoríparas en la piel, y hasta ahora se han considerado tradicionalmente como un apéndice cutáneo independiente. Sin embargo lo novedoso de este trabajo es que hemos descubierto un nuevo modelo anatómico en el  que, al menos en cuero cabelludo, las glándulas ecrinas sudoríparas están totalmente integradas en la unidad folicular. En concreto hemos demostrado que la porción de la glándula que produce el sudor (llamado ovillo secretor) se encuentra asociada a los folículos pilosos del cabello, a 2.5-3.5 mm de profundidad, y rodeadas de grasa dérmica.

Esta nueva descripción de la disposición anatómica de la glándula sudorípara asociada al folículo piloso abre nuevas e interesantes hipótesis que habría que explorar. Por ejemplo podría existir una interacción o interdependencia entre la sudoración y el folículo piloso de tal manera que una inflamación del folículo o una pérdida de pelo podría influir en una mayor o menor sudoración, o viceversa.

Igualmente, este estudio abre nuevas vías de investigación para saber si la manipulación farmacológica de uno de los componentes puede terapéuticamente impactar al otro. Esta asociación es clínicamente relevante ya que nos puede ayudar a entender las alteraciones de las glándulas sudoríparas  que se han formado en zonas de alopecia, incluyendo la excesiva hiperhidrosis localizada en pacientes con alopecia frontal fibrosante y el aumento del volumen de las glándulas sudoríparas en la piel del cuero cabelludo de pacientes con alopecia androgenética.

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